El proyecto se implementó en 9 comunidades indígenas rurales asentadas en las zonas de ladera y altura del Valle de Cusco, cuyos territorios se caracterizan por una débil presencia del Estado en la atención de los derechos humanos fundamentales de toda persona.

La estrategia principal utilizada para la implementación del proyecto se basó en la estrecha articulación con los principales actores involucrados en la gestión del saneamiento básico: las municipalidades distritales, las juntas administradoras de los sistemas de saneamiento básico comunal (JASS) y la población usuaria de los servicios. El espacio estratégico y articulador fue el Comité de Saneamiento Básico del Valle de Cusco, espacio eminentemente técnico animado por la Mancomunidad Municipal y facilitado por el Centro Guaman Poma.

Destaca la presencia de 40 comunidades beneficiadas por el proyecto: las 9 comunidades previstas inicialmente, más otras 23 comunidades de la Valle Sur y 8 comunidades del distrito de San Sebastián, representas por sus directivos y sus respectivas organizaciones.

El proyecto contribuyó a la mejora y operación de las infraestructuras de saneamiento básico, siendo una de las actividades emblemáticas la formación de fontaneros y fontaneras, posibilitando a la población indígena adquirir un oficio que les permita generar algunos ingresos económicos pero, sobre todo, contar con personal especializado en gasfitería al servicio de los hogares de la comunidad. En esta actividad se han desarrollado 5 módulos de formación respondiendo a la demanda y necesidades, desarrollándose de manera descentralizada en cada uno de los 6 distritos, lográndose capacitar a 119 personas diferentes, 76 hombres y 43 mujeres.

El proyecto además ha promovido la eliminación de factores que generan riesgo sanitario, siendo una de las actividades desarrolladas la identificación de puntos de contaminación y el desarrollo de campañas de limpieza de manera coordinada con las municipalidades y la activa participación de 159 personas (67 mujeres, 92 hombres) de 12 comunidades indígenas, lográndose erradicar 75 m³ de basura. A ello se suman los análisis de la calidad de las aguas de consumo y de las plantas de tratamiento y un diagnóstico del estado de situación de la infraestructura de saneamiento a partir de lo cual se incluyeron acciones de limpieza y mantenimiento en los Planes de Operación y Mantenimiento de las JASS previstas en el proyecto para la provisión de agua segura a las comunidades, siendo una de las acciones desarrolladas la provisión de materiales para la construcción de 5 cercos perimétricos ejecutados en faenas comunales para la protección de las captaciones de agua.

Por otro lado, con las JASS se formularon y elaboraron, desde la capacitación práctica, instrumentos de gestión organizacional como el plan operativo y de mantenimiento, cuota familiar o el presupuesto anual. Otra contribución del proyecto fue el desarrollo de campañas de sensibilización para promover las buenas prácticas de higiene personal y de las viviendas. Estos temas se trabajaron en las asambleas comunales y las escuelas de 6 comunidades rurales, donde se impulsó la reutilización de materiales desechables a través de las capacitaciones y sesiones prácticas.

Finalmente se inició un proceso de reflexión sobre las buenas prácticas en la distribución de los roles domésticos en el hogar y la comunidad a través de campañas de sensibilización en las asambleas comunales cuyos alcances se monitorearon en 21 jefas y jefes de familia donde se constataron cambios importantes de actitud y una mayor participación de los integrantes de la familia en las actividades domésticas que alivie la recargada labor de las mujeres. Si bien aún son pocas las mujeres que asumen cargos directivos, se viene incrementando la cantidad de mujeres que participan en la toma de decisiones comunales en las JASS o en las comunidades.