Estrategias de lucha contra el hambre en Cusco

557 mujeres y 63 hombres de 13 organizaciones de los distritos de Cusco, Santiago, Poroy y San Sebastián han implementado estrategias de lucha contra el hambre en la población vulnerable, enfatizando en lograr la seguridad alimentaria con alimentos saludables.

El hambre es consecuencia de la pobreza que impide que las personas se desarrollen y contribuyan al progreso de las sociedades. Debido a la pandemia por la Covid-19 la inseguridad alimentaria está presente en los hogares de la población más vulnerable en el Cusco. La reducción del ingreso familiar está afectando el acceso a los alimentos, que se ve amenazado con la inflación galopante y la incertidumbre política, dificultando la provisión de los alimentos en cantidad y calidad adecuada para una vida saludable y activa de la población.

Para combatir y erradicar esta problemática, desde el proyecto de seguridad alimentaria financiado por la Diputación de Córdoba a través de Fundación Social Universal, se viene contribuyendo en la mejora del acceso a alimentos para las poblaciones más vulnerables y con necesidades especiales, facilitando un trabajo articulado entre las Gerencias de Desarrollo Humano y Social de las municipalidades de los distritos de Cusco, Santiago, Poroy y San Sebastián y el Programa Social Qali Warma del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) y las Organizaciones Sociales de Base (OBS).

Una primera estrategia implementada para la lucha contra el hambre consistió en el mejoramiento continuo de las capacidades de 557 mujeres y 63 hombres de las 13 organizaciones que asistieron a talleres sobre el adecuado manejo y manipulación de alimentos, así como en el consumo de una alimentación saludable. Estos aprendizajes se reforzaron con el monitoreo a las “ollas comunes” y “comedores populares” en las buenas prácticas de manipulación de los alimentos, los buenos hábitos de consumo y la inocuidad de los alimentos, que la población beneficiaria replicó en sus hogares.

Por otra parte, desde el proyecto, el Centro Guaman Poma, como entidad local ejecutora del proyecto, se ha brindado acompañamiento al funcionamiento de 5 ollas comunes y 8 comedores populares. Estos recursos asistenciales dieron 21.626 raciones mensuales de comida a la población vulnerable en cada barrio, donde accede la niñez, personas discapacitadas, personas de la tercera edad, madres solteras, y otros casos especiales. Once de estas organizaciones lograron ser reconocidas por la municipalidad como Organizaciones Sociales de Base (OSB), pudiendo acceder a alimentos trimestralmente, quedando dos de las ollas comunes en proceso de reconocimiento. María Apaza Huamán, presidenta del Comedor Popular Virgen Concepción, recordaba como desde el inicio de la pandemia están siendo afectados gravemente para poder acceder a alimentos. Sin poder trabajar, recuerda “nos vimos en la necesidad de agruparnos para poder solventar y armar ollas comunes, brindando raciones alimentarias para todas las familias afectadas.”

Asimismo, se ha facilitado el acceso a alimentos de primera necesidad para 13 Organizaciones Sociales de Base (OSB) con el apoyo de las municipalidades, programas sociales del gobierno nacional, la iglesia católica, empresas, instituciones privadas y voluntariado, permitiendo que la población acceda a alimentos como el lentejón, lenteja bebé, frejol, arveja partida, quinua, arroz fortificado, arroz manan pack, leche evaporada, conservas de pollo, pescado, aceite vegetal, etc. También recibieron el apoyo con utensilios de cocina, mesas, entre otros bienes. Una de estas OSB fue el Comedor Popular Virgen Concepción. Su presidenta culminó el tramite para ser inscrita en la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos (SUNARP), lo que le “permitió obtener el apoyo de nuestras autoridades y otras entidades como Centro Guaman Poma de Ayala.”

Este proceso participativo exitoso ha permitido a los comedores populares, ollas comunes y cucharones solidarios dar continuidad a la provisión de raciones de alimentos para la población más vulnerable, habiendo logrado la generación de recursos básicos que se complementan con los recibidos desde el Estado para asegurar su funcionamiento.