El proyecto se desarrolló en un contexto marcado por la segunda ola de la pandemia COVID-19, con importantes restricciones para la participación de los actores intervinientes, implementándose desde el equipo diversas estrategias como, entre otras, el desarrollo de talleres descentralizados en cada comunidad para evitar el desplazamiento de la población, la adecuación a los tiempos y horarios de la población asegurando una mayor asistencia de la población objetivo, la convocatoria a la juventud motivando su participación en el desarrollo de las actividad y la adecuación de los protocolos de bioseguridad, que hicieron posible el cumplimiento exitoso de los resultados previstos en el proyecto.

El proyecto facilitó el fortalecimiento de capacidades de 177 mujeres y 121 hombres para la gestión territorial, involucrando la participación del funcionariado y personal técnico municipal y de los sectores de salud y vivienda, así como de líderes y lideresas y población en general, buscando que las capacidades de las y los servidores públicos se alineen con las necesidades y demandas comunales en cuanto al ejercicio del derecho a vivir en un entorno saludable, promoviéndose, desde el proyecto, que cada actor asuma su responsabilidad.

Un aspecto resaltante de la propuesta fue su contribución a la mejora del manejo de los recursos naturales para lo que se requirió una participación activa de 204 mujeres y 304 hombres que lograron forestar 5,5 ha con plantas nativas de Quewña en 2 comunidades, desarrollar una campaña de limpieza en las 8 comunidades del ámbito de intervención y desarrollar 3 simulacros de contención de incendios de pastizales y forestales. Estas actividades conjuntas de las municipalidades distritales de la mancomunidad, con el apoyo del gobierno regional, contribuyeron notablemente a mejorar las condiciones de manejo de los recursos naturales del ámbito de intervención del proyecto. Las actividades facilitaron a líderes y lideresas hacer incidencia ante la autoridad para dar continuidad a este tipo de intervenciones que normalmente no se priorizan en la planificación anual.

Finalmente, se mejoró y amplió la participación propositiva de mujeres y hombres en la gestión territorial, siendo fundamentales las capacitaciones desarrolladas para promover la práctica de estilos de vida saludable, a las que asistieron 166 mujeres y 150 hombres de las 8 comunidades del ámbito de intervención, seleccionándose a 48 lideresas y 37 líderes cuyas familias fueron acompañadas en el proceso de mejora de los hábitos de vida, siendo en promedio 53 familias las que mejoraron sus prácticas alimentarias, de higiene personal y de la vivienda y el entorno. Las lideresas también fueron acompañadas en la actualización de sus instrumentos de gestión para una mejor y efectiva labor dirigencial, asumiendo compromisos para materializar propuestas para mitigar los peligros existentes que ponen en riesgo a la población, en especial en las épocas de bajas temperaturas donde las heladas, las granizadas y las lluvias intensas merman la producción y activan zonas deslizables e inundables.

Cabe señalar que las acciones de capacitación, inicialmente previstas de manera centralizada, se desarrollaron en cada comunidad, requiriéndose un mayor tiempo del personal y recursos para su movilización, favoreciendo el incremento de personas capacitadas dando oportunidad a la población más joven o menos involucrada en la vida comunal a asumir compromisos que facilitan la labor de las dirigencias y mejoran la incidencia ante las autoridades y funcionariado para la mejora de las condiciones de vida de la población indígena que habita en la zona rural de la Mancomunidad Municipal Valle Sur Cusco.